13 horas

Ganadora del tercer premio del I Concurso de Microrrelatos de Misterio de Vocación Escritor, 2015

clock-163580_640A medianoche estaba durmiendo el sueño de los justos.

A las doce menos cuarto se había arrojado al canal, porque a las once había decidido que era la única solución posible. Entre las diez y las siete le había dado tantas vueltas que su cabeza estaba a punto de estallar. A las seis había temido seriamente que fuese verdad cuando nadie había contestado a sus insistentes llamadas. A las cinco había dejado de pensar que era una broma, porque bromas como aquella no tardan tanto en aclararse. A las cuatro había tirado el papel en un rincón, convencido de que no era más que otra de sus dramáticas llamadas de atención. A las tres, la nota todavía reposaba sobre la mesa del salón, metida dentro del sobrecito de color manila. A las dos y cuarto había llegado del gimnasio, deseando darse una ducha, había abierto el buzón y había subido las escaleras con el contenido debajo del brazo. A las doce de la mañana había telefoneado infructuosamente a Irene para disculparse por la parte que le tocaba después de la acalorada pelea de la noche anterior. Porque sin ella, no sabía cómo vivir. No sabía vivir.

A las once de la mañana, Irene dormía plácidamente, tras una noche en vela después de la discusión que había tenido con su novio la víspera. Las dos pastillas relajantes que había ingerido la mantendrían fuera de circulación durante varias horas. Mientras tanto, convencida de que hacía lo correcto, su hermana María escribía una nota haciéndose pasar por Irene diciendo que se marchaba de la ciudad y que no la buscase, porque lo suyo había terminado.

Porque, realmente, tenía que terminar.

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